¿Alguna vez has sentido el peso del rigor académico afectando tu salud mental? ¿Has perdido la motivación para estudiar después de años de esforzarte académicamente? ¿Has sentido que tu bienestar se deteriora debido al estrés académico? Para muchos, la respuesta a una o todas estas preguntas es sí. El sistema escolar se ha configurado de tal manera que permite y valida que los estudiantes midan su éxito académico con el estrés académico; la escuela pasa de ser un lugar que disfrutas a un lugar que temes. Este sistema permite la prevalencia del agotamiento académico en mí y en muchos de mis compañeros. Como personas preocupadas por el futuro de la educación, debemos desafiar el sistema escolar tradicional y exigir que la salud mental y el bienestar de los estudiantes se prioricen sobre la escuela.
Una forma de desafiar al sistema escolar debería ser la reevaluación de las pruebas estandarizadas. Estas pruebas inducen estrés innecesario en los estudiantes al medir de forma imprecisa sus conocimientos, pero al mismo tiempo los presionan. Un artículo titulado “Lo que las pruebas estandarizadas no miden” afirma: “…las pruebas estandarizadas presentan a los estudiantes problemas predefinidos que tienen poco o nada que ver con su experiencia real y les piden que elijan la mejor respuesta y procedan rápidamente sin saber si la solución es correcta”. Esto es poco realista, ya que muchos problemas tienen más de una solución. Los estudiantes no deben limitarse a una sola solución basándose en lo que otra persona considere que debería ser. Las pruebas estandarizadas no permiten a los estudiantes demostrar las habilidades de resolución de problemas ni la creatividad necesarias para medir la inteligencia y las áreas de debilidad de los estudiantes. Si bien las pruebas estandarizadas son claramente ineficaces, se les da mucha importancia en el sistema escolar y son causa de mucho estrés entre los estudiantes. Es necesario que evaluemos la importancia de las pruebas estandarizadas y nos centremos más en tareas y exámenes que puedan mostrar con precisión la individualidad, la creatividad y las habilidades de resolución de problemas de los estudiantes. Una prueba que cumple con este criterio es una tarea basada en el desempeño, estas pruebas son una evaluación más precisa del logro de los estudiantes y causan menos estrés al permitirles aplicar su propia creatividad a las respuestas y encontrar sus propias soluciones.
Otra forma de priorizar la salud mental de los estudiantes es reducir la cantidad de tareas. Los estudiantes tienen múltiples asignaturas o clases para las que reciben tareas, y es importante comprender que necesitan tiempo para sí mismos y disfrutar de sus aficiones. Es casi imposible lograrlo cuando están constantemente preocupados por múltiples tareas que deben realizar y entregar fuera de la escuela. Un blog llamado Healium afirma: «El estrés relacionado con las tareas puede alterar los patrones de sueño de los estudiantes, provocando ansiedad o privación del sueño, lo que puede afectar negativamente la función cognitiva y la regulación emocional». Si bien es cierto que los estudiantes deberían trabajar en el contenido escolar dentro y fuera de la escuela, es evidente que debe haber un equilibrio que los beneficie. Cuando los estudiantes están estresados por el trabajo escolar y no tienen tiempo para participar en actividades que mejoren su salud mental, es inevitable que se produzca agotamiento académico. Para reducir las posibilidades de agotamiento, es importante que los docentes tengan en cuenta las múltiples asignaturas y clases que tienen al asignar tareas.
En conclusión, la mejor manera de aliviar el agotamiento académico es abordar la raíz del problema, que reside en la gestión del sistema escolar y priorizar la salud mental sobre la escuela. Esto es importante porque el sistema educativo actual, obviamente, no beneficia a los estudiantes. Como estudiantes, debemos defender nuestros derechos y asegurarnos de que nuestra salud mental sea siempre una prioridad.